Se acabó la función: en la cama también con Educación

Educación para la Ciudadanía (EpC) debe cursarse obligatoriamente. Aunque no terminan de aceptarlo -amenazan ahora con ir contra los manuales-, los reaccionarios más recalcitrantes ya no tienen más escusas. Se acabó la gilipollez y las solemnes tonterías a costa de este absurdo debate, originado a la sombra de la etapa más convulsa y crispadora de la política española en los últimos años.

Por fin, -como dice José Antonio Marina- el Tribunal Supremo ya ha setenciado que -como era de esperar-, la enseñanza en valores no atenta contra el derecho de los padres a formar a sus hijos de acuerdo con sus creencias. Es más, ¿acaso es posible educar o enseñar sin hacerlo también en valores? La cuestión es que algunos reniegan de los valores constitucionales y democráticos; reniegan de los valores del respeto a la diversidad y a la aceptación de las diferencias.

Lo que hay que escuchar. A educar sobre estos valores, los de la doctrina de siempre, le llaman adoctrinar. ¡Porca miseria! Añoranza de otros tiempos, debe ser. Y se escandalizan del respeto. Sí, respeto también sobre el sexualidad, sí. Porque por ahí iban las mayores críticas y argumentaciones para esta farsa montada (ya des-montada) de las objeciones de conciencia a esta materia. Aunque, mas que les pese el currículum de EpC de lo que menos habla es de sexo. Aunque, ya se sabe, los nacionalcatólicos siempre pensando en la bragueta. Y, ¡es que hay gente que siempre encuentra la aguja en el pajar!

En fin, que la ciudadanía viene muy bien para vivir con educación. También en la cama.