CARLOS CARNICERO - 14/05/2010 – en ElPlural.com
La resaca
Veinticuatro horas después y ya hay convocada una huelga general del sector publico de la economía. No es una buena noticia. Tampoco es un buen síntoma que un vicepresidente de Gobierno diga que se van a retocar los impuestos de las rentas más altas y otra diga que no; en el mismo día. No empezamos bien.
La sensación de improvisación no se acaba nunca. Y hay algunas preguntas que no tienen respuesta. ¿De verdad el Gobierno no tenía estudiada esta eventualidad y sólo cuando la Unión Europea puso el pie en el cuello, en veinticuatro horas, se fabricó el discurso de Zapatero?
Hay algo que no termina de cuajar. El Gobierno sigue insistiendo en que se ha visto obligado por los ataques al euro a sacar este torbellino de medidas. Pero, si la economía española no se parecía a la griega, ¿por qué las medidas adoptadas son prácticamente las mismas que no ha tenido que tomar ningún otro país además de Portugal?
El debate evidencia lo que ya se sabía: hay un serio problema de credibilidad del presidente del Gobierno que además es consecuencia lógica de dos años erráticos para terminar diciendo todo lo contrario de lo que se sostenía como tesis fundamental: “Nunca habrá recortes sociales”.
Lo cierto es que el presidente de Gobierno tiene apoyos suficientes para poder sacar adelante, aunque tenga que negociar, este plan de choque. Pero va a tener un problema serio en la sociedad. Y en los cuarteles generales del PSOE en cada comunidad autónoma y en cada ayuntamiento realizan estimación de daños para las próximas elecciones autonómicas y municipales. Y esto, además, cuando el PP más está herido por la trama Gürtel que acaba de atrapar a Francisco Camps entre sus redes.
Frente al discurso episódico contra los poderosos, ¿nadie de los que se ha beneficiado durante todos estos años de la bonanza económica va a poner un gramo de esfuerzo en solucionar esta crisis?
Se empiezan a escuchar cosas que son ofensivas para los afectados. En primer lugar el argumento recurrente de que los funcionarios tienen asegurado su puesto de trabajo. Cierto, y también que en la escala salarial están por debajo del sector privado desde siempre. Es más fácil pegar un tijeretazo que sólo requiere una orden en el BOE que batallar con la pensión de Alfredo Sáez. Pero, de verdad ¿nadie se ha dado cuenta de la obscenidad que significa que en el plazo de quince días se haya hecho público que este señor cobrará cincuenta millones de euros de pensión (al igual que otros conocidos empleados de banca) y que los funcionarios perderán un cinco por ciento de sus salarios y los pensionistas verán congeladas unas pensiones que de media apenas superan los ochocientos euros al mes? ¿No tiene armas el Gobierno para ejemplarizar un poco ante tanta desvergüenza?
Todas las ínfulas socialdemócratas harían falta ahora para liderar este recorte tan brutal. Y así, demostrando ese coraje con los poderosos, sería más fácil buscar consensos sociales. Pero la extensión de la creencia de que la factura la van a pagar los más desfavorecidos es lo menos defendible de estas medidas. Y ya se ha impuesto.
No se pude jugar más con la ambigüedad ni con las contradicciones. El Gobierno tiene la obligación de aclarar que va a hacer con la fiscalidad de este país y si todo se reduce a subir el IVA, que lo pagan todos, como retoque fiscal.
Y, por último, el PSOE debiera desarrollar un debate interno de a donde le ha conducido la errática y contradictoria política de Zapatero y si está en condiciones de liderar el partido y el Gobierno en estas circunstancias. Porque la encrucijada no es salvar a Zapatero sino evitar que el PSOE se hunda. Ya se debieran acabar las épocas de cesarismo porque la concentración de poder sólo está conduciendo al desastre.
Carlos Carnicero es periodista y analista político
Blog de Carlos Carnicero
Hay algo que no termina de cuajar. El Gobierno sigue insistiendo en que se ha visto obligado por los ataques al euro a sacar este torbellino de medidas. Pero, si la economía española no se parecía a la griega, ¿por qué las medidas adoptadas son prácticamente las mismas que no ha tenido que tomar ningún otro país además de Portugal?
El debate evidencia lo que ya se sabía: hay un serio problema de credibilidad del presidente del Gobierno que además es consecuencia lógica de dos años erráticos para terminar diciendo todo lo contrario de lo que se sostenía como tesis fundamental: “Nunca habrá recortes sociales”.
Lo cierto es que el presidente de Gobierno tiene apoyos suficientes para poder sacar adelante, aunque tenga que negociar, este plan de choque. Pero va a tener un problema serio en la sociedad. Y en los cuarteles generales del PSOE en cada comunidad autónoma y en cada ayuntamiento realizan estimación de daños para las próximas elecciones autonómicas y municipales. Y esto, además, cuando el PP más está herido por la trama Gürtel que acaba de atrapar a Francisco Camps entre sus redes.
Frente al discurso episódico contra los poderosos, ¿nadie de los que se ha beneficiado durante todos estos años de la bonanza económica va a poner un gramo de esfuerzo en solucionar esta crisis?
Se empiezan a escuchar cosas que son ofensivas para los afectados. En primer lugar el argumento recurrente de que los funcionarios tienen asegurado su puesto de trabajo. Cierto, y también que en la escala salarial están por debajo del sector privado desde siempre. Es más fácil pegar un tijeretazo que sólo requiere una orden en el BOE que batallar con la pensión de Alfredo Sáez. Pero, de verdad ¿nadie se ha dado cuenta de la obscenidad que significa que en el plazo de quince días se haya hecho público que este señor cobrará cincuenta millones de euros de pensión (al igual que otros conocidos empleados de banca) y que los funcionarios perderán un cinco por ciento de sus salarios y los pensionistas verán congeladas unas pensiones que de media apenas superan los ochocientos euros al mes? ¿No tiene armas el Gobierno para ejemplarizar un poco ante tanta desvergüenza?
Todas las ínfulas socialdemócratas harían falta ahora para liderar este recorte tan brutal. Y así, demostrando ese coraje con los poderosos, sería más fácil buscar consensos sociales. Pero la extensión de la creencia de que la factura la van a pagar los más desfavorecidos es lo menos defendible de estas medidas. Y ya se ha impuesto.
No se pude jugar más con la ambigüedad ni con las contradicciones. El Gobierno tiene la obligación de aclarar que va a hacer con la fiscalidad de este país y si todo se reduce a subir el IVA, que lo pagan todos, como retoque fiscal.
Y, por último, el PSOE debiera desarrollar un debate interno de a donde le ha conducido la errática y contradictoria política de Zapatero y si está en condiciones de liderar el partido y el Gobierno en estas circunstancias. Porque la encrucijada no es salvar a Zapatero sino evitar que el PSOE se hunda. Ya se debieran acabar las épocas de cesarismo porque la concentración de poder sólo está conduciendo al desastre.
Carlos Carnicero es periodista y analista político
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