lunes, 11 de octubre de 2010

¡Abstencionistas, despertad como los madrileños!, por Enric Sopena

¡Abstencionistas, despertad como los madrileños!

ENRIC SOPENA - 10/10/2010 – ElPlural.com



¿Es acaso esto lo que queremos desde la izquierda?
La encuesta de Metroscopia, publicada ayer en El País, sobre la intención de voto en la Comunidad Valenciana, es desoladora. “El PP arrasa en Valencia aunque la mayoría rechaza a Francisco Camps como candidato”, puede leerse en el titular. “El descrédito del presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, va en aumento, pero ello no pasa factura al PP en la Comunidad”, se subraya. “El deterioro por los escándalos de corrupción no afecta a las expectativas electorales del PP, que aumentaría la mayoría absoluta que posee si se celebrasen hoy elecciones al Parlamento autonómico”.

El PP incrementa sus escaños hasta sesenta [en la actualidad, 50]. “El sondeo (…) indica que el aumento de escaños no se logra por un mayor apoyo electoral, ya que el PP perdería dos puntos respecto a (…) 2007. La ventaja se consigue por el hundimiento de los socialistas valencianos, que perderían cinco de sus 38 diputados actuales. El PSPV no logra alcanzar el 30% de los votos (29´3), dado que un inusual porcentaje de sus votantes se inclina por la abstención”.

Comportamiento pasivo

El factor abstención planea por doquier. Respecto a las elecciones catalanas del 28 de noviembre, Antonio Franco, ex director de El Periódico de Catalunya, escribía ayer que “los estudios de opinión subrayan que no tienen la intención [muchos habituales votantes del PSC) de desplazar su voto a otras formaciones: se abstendrán”. Este género de comportamiento pasivo por parte de ciudadanos de sensibilidad progresista o de izquierdas puede extenderse en la presente coyuntura. Se trata de una abstención de castigo a sus dirigentes políticos debido a la frustración, el desaliento, la decepción o el cabreo, estados de ánimo muy comprensibles, por lo demás, en medio de una feroz crisis económica.

Los que se flagelan a sí mismos
Pero lo más sorprendente de la situación que se nos viene encima es que los abstencionistas no sólo castigan a los líderes socialistas, sino que en paralelo se flagelan a sí mismos. Porque si cae derrotado José Luis Rodríguez Zapatero, el actual presidente del Gobierno será en efecto castigado en las urnas, pero su alternativa no será la entronización de otro presidente socialista más eficaz y mejor gobernante. La alternativa –no hay otra a la vista- será Mariano Rajoy. Es decir, que los votantes de izquierdas, cansados de Zapatero, llevarán al jefe de la derecha extrema a La Moncloa. ¿Puede entenderse este fenómeno en clave racional? Las pataletas son propias de niños, no de jóvenes y menos aún de adultos. Estamos frente a una reacción que tiene mucho de masoquismo.

Un izquierdista
El director de cine norteamericano Oliver Stone, que tiene ahora mismo en las pantallas españolas una película –Wall street. El dinero nunca duerme-, es un demócrata radical y, desde luego, izquierdista. Preguntado el otro día sobre si “se siente decepcionado con Obama, como muchos votantes”, contestó: “Sí. Pero no hay otra opción. Es él o Sarah Palin, el retorno de la derecha (…)”. He aquí a una sencilla lección de sentido común y de sensatez. Abstenerse es un derecho, ciertamente, y cada cual hace lo que cree más pertinente. Pero no tiene justificación alguna cuando lo que está en juego es el derrumbe de la izquierda y la resurrección de la derecha. No es una cuestión de siglas, sino de modelo ideológico con todos los errores y debilidades que se observan. ¿O es que los abstencionistas aludidos no son capaces de votar en España a Zapatero, en Cataluña a Montilla o en el País Valencià a Jorge Alarte, de modo que los beneficiarios de su decisión acaben siendo Rajoy, Mas o Camps?

Síntomas muy positivos
Los socialistas durmientes durante años de la Comunidad de Madrid han despertado, han espabilado y se han lanzado a la aventura posible de reconquistar el Gobierno autonómico. Los síntomas son muy positivos. A nadie extrañaría, a día de hoy, que Gómez venciera a Esperanza Aguirre. Aquello que conducía -hasta hace bien poco- también a la abstención madrileña se ha quebrado por fin y ha empezado de alguna manera un vuelco político de gran calado. Nada impide que esta derecha, tan impresentable, se quede clavada y pierda lo que cree tener ganado, incluidos los enclaves donde la corrupción está siendo bochornosa y evidente. Pero los primeros que han de reaccionar son los líderes, impulsados por la moral de victoria. ¡Abstencionistas de toda España, despertad como los madrileños! Este trascendental partido aún se puede ganar.

Enric Sopena es director de El Plural

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