Carlos Carnicero, en ElPlural.com, 11/03/2010
Zapatero y la comunicación
Cambios de orientación en La Moncloa dirigidos por los mismos gurús: Miguel Barroso y José Miguel Contreras, con la mano directa del ex director de Público, Félix Monteira. En principio, profesores de la mismas escuela en la que cree el presidente de Gobierno. Pero ahora las formas son suaves, con cierta dosis de humildad, incluso, para reconocer lo que ya no se puede esquivar por el peso tozudo e insoportable de sus consecuencias: el presidente de Gobierno no detectó la crisis. Casi pide disculpas por ello.
Zapatero siempre envuelve sus comunicaciones en la adhesión a grandes principios y en la petición constante de una confianza personal hacia él, que siempre se compromete a “hacer el mayor esfuerzo” y a dejarse la piel en el bien de España. Hace mucho tiempo que en una entrevista no se consigue que el presidente de Gobierno concrete algo sobre sus proyectos, tal vez porque sea mucho más sólido en la enumeración de generalidades que en la definición de cosas que no están incorporadas a una estrategia de Gobierno, porque entre otras cosas cada vez está más claro que el Ejecutivo es él y una serie de colaboradores a los que “irradia” -¡cómo gusta esta palabra en Moncloa, en todos los tiempos de Zapatero!- consignas e instrucciones.
Esa es la palabra: “consignas”. La política en la forma en la que la entiende el actual partido socialista, es más una sucesión de consignas que la exposición de proyectos y el análisis de sus resultados. Hay repasos que ya no se hacen porque los acontecimientos son vertiginosos y se suceden a la velocidad de la luz. Pero, ¿donde están los grandes proyectos? La Ley de Dependencia está estancada por falta de presupuesto y coordinación con las comunidades autónomas, muchas de las cuales, en manos del PP no están muy por la labor de favorecer su desarrollo. La Ley de la Memoria Histórica ha resultado ser un pequeño fiasco, porque lo principal que tenía que resolver, el enterramiento digno y rápido de todas las víctimas ajusticiadas durante la Guerra Civil y la represión del franquismo, no ha sucedido y la polémica por su ineficacia ha salpicado todo el proceso de su pretendido desarrollo. Sin duda, los avances en materia de igualdad y de derechos fundamentales son los más importantes. No es poco, pero tal vez no suficiente para justificar una acción de gobierno socialdemócrata. Por cierto, Zapatero ya no cita ni zarandea dialécticamente a los poderosos de España, ni se mete con los suelos de las hipotecas, ni con los beneficios de la Banca. Tal vez, sencillamente, son demasiado poderosos para zarandearlos.
En síntesis, un José Luis Rodríguez Zapatero, visiblemente cansado y envejecido, trató de trasmitir en TVE una simpatía conmiserada de quién todavía pretende ser un chico bueno, a pesar de que ya no es un niño, acuciado por la incomprensión de todos. Esta nueva técnica de comunicación también puede tener algo de recorrido mientras en la presidencia del primer partido de la oposición esté Mariano Rajoy, que sigue siendo el principal activo de Zapatero. Tal vez por eso, en el fondo, desde Moncloa y desde Ferraz siguen cuidando tanto al líder de la oposición, rezando porque como un boxeador con demasiadas cicatrices, aguante sobre el cuadrilátero hasta las elecciones generales. Pero no porque nadie le esté golpeando, a Rajoy, sino porque no se tiene en pie él mismo, porque no hace nada para seguir erguido, defendiendo ningún proyecto. Seguramente tampoco lo ha tenido nunca, distinto del de resistir. Comunicar por comunicar, sin tener nada nuevo que decir, no estuvo tan mal el presidente Zapatero.
Carlos Carnicero es periodista y analista político
PD.: Imagen tomada de aquí
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