domingo, 15 de noviembre de 2009

Neo-parabolanos en la España del siglo XXI


Carlos Carnicero califica de linchamiento a la denuncia contra el Secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, presentada por el Centro Jurídico Tomás Moro. Se trata de la misma asociación que denunciara en su día a la Clínica abortista Isadora. Todo apunta a que el objetivo perseguido ahora va en la misma línea. Me explico:

Se busca el ruido mediático y político. Ya lo consiguieron con la denuncia contra la Clínica Isadora. Archivada judicialmente un año más tarde. Un año muy bien aprovechado por la caverna mediática y política para socavar una vez más con mentiras, exageraciones y despropósitos, los pilares fundamentales de nuestro estado de derecho. Aún en estos días, Martínez Camino, sigue erre que erre con la matraca de la excomunión a los que apoyen la nueva ley del aborto.

En el Auto de archivo judicial del Caso de la Clínica Isadora, el propio juez expresaba de forma contundente, que el modo de acusar a la clínica se convirtió en una especie de "causa general" sobre el centro privado, de una "investigación ilimitada sobre abortos imaginados" y que se "instrumentaliza al servicio de fines espúreos con perfiles publiciarios intimidatorios". Pero el daño ya estaba hecho. Y, por tanto, el objetivo conseguido.

Hoy estamos en las mismas. O peor. La nueva presa política es Diego López Garrido. El objetivo, una vez más, erosionar la labor del Gobierno progresista de España. De esta España que no se gobierna desde los púlpitos, sino desde Moncloa y el Parlamento. Esta España en donde la jerarquía de la Iglesia Católica está más próxima al Obispo Cirilo descrito en la última película de Amenábar, que a un Jesucristo que impulsaba la rebelión contra las injusticias sociales y los privilegios de las clases dominantes.

Hace unos pocos días pude ver Ágora, la última película de Amenábar, tras echar un vistazo a la web de la asociación cavernaria -"Centro Jurídico Tomás Moro"-, impulsora de la denuncia contra Diego López Garrido -y, en su día contra la Clínica Isadora, junto a otra franquicia cavernaria-, y comprobar su lema principal: cristianizando el Derecho. Cristianizando la sociedad, no puedo evitar cierta comparación -lógicamente salvando distancias históricas- entre la función social de estos garantes actuales de la moral cristiana y "los parabolanos" que aparecen descritos en la película de Amenábar.

Para estos "neoparabolanos", la justicia española debe ser cristiana antes que justa. Por eso, a cada paso que se da hacia ese objetivo inconcluso de laicidad constitucional, España se encuentra con una o más piedras en el camino procedentes de las múltiples franquicias de la caverna rancia y de olor a naftalina que se abonan a lo largo y ancho de la piel de toro.

Menos mal, que estamos en 2009, aunque a veces no lo parezca. ¿Para cuándo un partido de derechas moderno y democrático, homologado con el resto de partidos conservadores o liberales europeos, que se distancie de estos postulados?

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