miércoles, 1 de julio de 2009

Ideas para la izquierda

El pasado domingo (28/06/200) publicaba el diario ElPaís un interesante artículo de opinión del profesor de la Universidad de Zaragoza, Daniel Innerarity. El artículo es oportuno en está coyuntura post electoral a los comicios europeos en la que se analiza y cuestiona los modos y estrategias de los partidos de izquierda en Europa. No sería bueno, ni eficaz electoralmente en un futuro muy próximo, el pasar página rápidamente desde las distintas organizaciones políticas, y en los distintos ámbitos geográficos de actuación (estatal, regional o local) sin dedicar los esfuerzos necesarios para intentar alumbrar cuáles son los puntos negros que deben cambiarse para recuperar la confianza de los ciudadanos.

En mi breve paso por la política he podido comprobar cómo una serie de ideas preconcebidas -muchas veces enunciadas como verdades inmutables- sobre cómo hay que actuar o plantear la estrategia, la gestión y la práctica política, junto con las presiones e intereses personales maquillados de prioridades de interés general, propician un clima en el que la reflexión no es ni importante, ni necesaria. En muchas ocasiones, la práctica política se parece más a una mala práctica comercial y de ahí al precipicio hay tan sólo un breve trecho.

No sólo se hace necesario replantear si determinadas personas son las más adecuadas para los cargos y funciones que desarrollan o se pretende que alcancen. Los modos y procedimientos cotidianos han de evaluarse, así como la formación, reciclaje, promoción y retirada de los distintos cuadros de mando. Además, coincido como no podía ser de otra forma con el autor en que la reflexión, y la consiguiente producción de ideas, estrategias y proyectos, se hace más necesaria que nunca si queremos recuperar la confianza de los ciudadanos. Las ideas y proyectos, concretos y cercanos, deben conformar una parte importante de la solución a los problemas de la Izquierda Política. Pensar y actuar deben ir de la mano. El artículo es el siguiente:

Ideas para la izquierda

El fracaso de los socialistas en las recientes elecciones europeas, precisamente por haber afectado a todos los países, remite a algunas causas ideológicas de carácter general. La pregunta que se plantea con irritación y desconcierto sería la siguiente: ¿cómo explicar que la crisis o los casos de corrupción golpeen de manera muy diferente, desde el punto de vista electoral, a la izquierda y a la derecha?

Pienso que la raíz de esa curiosa decepción, que se reparte tan asimétricamente, está en las diversas culturas políticas de la izquierda y la derecha.

Por lo general, la izquierda espera mucho de la política, más que la derecha, a veces incluso demasiado. Le exige a la política no sólo igualdad en las condiciones de partida sino en los resultados, es decir, no sólo libertad sino también equidad. La derecha se contenta con que la política se limite a mantener las reglas del juego. Es más procedimental y se da por satisfecha con que la política garantice marcos y posibilidades, mientras que el resultado concreto (en términos de desigualdad, por ejemplo), le es indiferente; a lo sumo, aceptará las correcciones de un "capitalismo compasivo" para paliar algunas situaciones intolerables.

Por supuesto que ambas aspiran a defender tanto la igualdad como la libertad y que nadie puede pretender el monopolio de ambos valores, pero el énfasis de cada uno explica sus distintas culturas políticas. La diferencia radicaría en que la izquierda, en la medida en que espera mucho de la política, también tiene un mayor potencial de decepción. Por eso el vicio de la izquierda es la melancolía, mientras que el de la derecha es el cinismo.

Esto explicaría sus distintos modos de aprendizaje, lo que probablemente responde a dos modos psicológicos de gestionar la decepción. La izquierda aprende en ciclos largos, en los que una decepción le hunde durante un espacio de tiempo prolongado y no consigue recuperarse si no es a través de una cierta revisión doctrinal; la derecha tiene más incorporada la flexibilidad y es menos doctrinaria, más ecléctica, incorporando con mayor agilidad elementos de otras tradiciones políticas.

Por eso la izquierda sólo puede ganar si hay un clima en el que las ideas jueguen un papel importante y hay un alto nivel de exigencias que se dirijan a la política. Cuando estas cosas faltan, cuando no hay ideas en general y las aspiraciones de la ciudadanía en relación con la política son planas, la derecha es la preferida por los votantes.

La izquierda debería politizar, en el mejor sentido del término, frente a una derecha a la que no le interesa demasiado el tratamiento "político" de los temas. La derecha hoy exitosa en Europa es una derecha que promueve, indirecta o abiertamente, la despolitización y se mueve mejor con otros valores (eficacia, orden, flexibilidad, recurso al saber de los técnicos...). Lo que la izquierda debería hacer es luchar, a todos los niveles (frente al imperialismo del sistema financiero, contra los expertos que achican el espacio de lo que es democráticamente decidible, contra la frivolidad mediática...) para recuperar la centralidad de la política.

Hoy no es que haya una política de izquierdas y otra de derechas; el verdadero combate se libra actualmente en un campo de juego que está dividido entre aquellos que desean que el mundo tenga un formato político y aquellos a los que no les importaría que la política resultara insignificante, un anacronismo del que pudiéramos prescindir. Por eso la defensa de la política se ha convertido en la tarea fundamental de la izquierda; la derecha está cómodamente instalada en una política reducida a su mínima expresión, a la que le han reducido enormemente sus espacios el poder de los expertos, las constricciones de los mercados y el efectismo mediático. Para la izquierda, que el espacio público tenga calidad democrática es un asunto crucial, en el que se juega su propia supervivencia.

La idea de que la izquierda está por lo general menos movilizada se ha convertido en un tópico que a veces revela una concepción mecánica y paternalista (cuando no militar) de la política. Hay quien entiende la movilización como una especie de hooliganización, como si la ciudadanía fuera una hinchada, y, llegado el momento, propone suministrar la dosis oportuna de miedo o ilusión para que la clientela se comporte debidamente. Este automatismo no es la solución sino el síntoma del verdadero problema de una izquierda que se está acostumbrando a chapotear en una ciudadanía de baja intensidad.

Lo que la gente necesita no son impulsos mecánicos sino ideas que le ayuden a comprender el mundo en el que vive y proyectos en los que valga la pena comprometerse. Y la actual socialdemocracia europea no tiene ni ideas ni proyectos (o los tiene en una medida claramente insuficiente).

No quiero caer en un platonismo barato y exagerar el papel de las ideas en política, pero si la izquierda no se renueva en este plano seguirá sufriendo el peor de los males para quien pretende intervenir en la configuración del mundo: no saber de qué va, no entenderlo y limitarse a agitar o bien el desprecio por los enemigos o bien la buena conciencia sobre la superioridad de los propios valores.

Daniel Innerarity es profesor de Filosofía en la Universidad de Zaragoza. Acaba de publicar El futuro y sus enemigos. Una defensa de la esperanza política.

8 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Esa despolitización que promueve la derecha es clara y evidente.

El anónimo dijo...

Las verdaderas ideas que necesita la izquierda giran en torno a cómo salir de esta crisis en la que nos han metido, porque está claro que para gastar dinero no necesitan lecciones, pero para ingresar algo en la caja les hace falta Dios y ayuda.

José Segura Sola dijo...

Estimado "el anónimo", ¿quién dices que nos ha metido en esta crisis?.
Claro eso no es importante ni vienen al caso. Pero lo verdaderamente indecente es que quienes nos metieron en este desaguisado se apresten a aparecer con sus trajes inmaculados dando lecciones sobre ineficacia. Y, además reprochando las medidas del gobierno central, que por otro lado están absolutamente en la misma sintonía que en el resto de paises: Más Gasto Social. ¿O los referentes continúan siendo las políticas del tandem Bush-Ansar?

¿O, acaso te refieres a lo que gasta Valcárcel en "asesores"?
Un abrazo

El anónimo dijo...

No hablemos de asesores, no hablemos de asesores, que si nos ponemos a contar asesores... (http://www.noticiascadadia.com/noticia/15331-zapatero-mantiene-en-2009-a-644-de-sus-656-asesores/)

Un saludo.

José Segura Sola dijo...

Tienes razón, mejor no hablemos de asesores,...
Un abrazo.

http://www.elpais.com/articulo/espana/Granados/asegura/asesores/seguridad/actuan/dentro/ley/elpepunac/20090120elpepinac_4/Tes

El anónimo dijo...

Mejor será, que se empieza a hablar de asesores, y uno se lía, se lía...

(http://www.losalcores.info/articulo.asp?ID=4749)

Saludos.

José Segura Sola dijo...

Pues si hay algo ilegal, a los juzgados,... no obstante, siendo InterEconomía de Madrid, ¿no te parece raro que no investigue alli con la de indicios e indicios que hay en Aguirrelandia? O en el País de los Trajes Gratis, Murcilandia, o en Fabralandia,.. Podría rellenar años y años de programas de gran éxito. Pero, cómo va a investigar a quienes les financian!. En cualquier caso, buen trabajo el de este enlace.
Un abrazo.

El anónimo dijo...

Supongo que Intereconomía no investiga esos casos porque El País, Público, Elplural, la SER, la Sexta, Cuatro y no pocos medios más le pondrían una denuncia por intrusismo y por quitarles el pan de sus hijos. Allí ya hay demasiados perros para tan poco hueso, pero... ¡Andalucía! ¡30 años de impunidad! ¡Eso es el paraíso para el periodismo de investigación, amigo mío!

¡Si sólo con el tema de asesores y demás familiares hay para empezar y no acabar durante años! XD

http://ecodiario.eleconomista.es/politica/noticias/734526/09/08/El-padre-de-Bibiana-Aido-se-sube-el-sueldo.html

Y como algún día alguien le eche huevos y empiece a levantar alfombras en Cataluña...

Un saludo.