sábado, 11 de octubre de 2008

Jordi Sevilla: "Lo mejor no hacer nada,... más"

Me parece muy interesante la reflexión aportada por Jordi Sevilla en su Blog. Si ayer, yo reclamaba en este blog sobre ¿quién se había llevado nuestro queso", en este "mercado hueco"?, Jordi Sevilla mantiene que el hueco/fondo del mercado puede ser abismal y las ayudas caer en, nunca mejor dicho, un saco roto.
Este es el artículo en cuestión:

Lo mejor, no hacer nada… más
Sábado, 11 de Octubre de 2008

Después de pensarlo mucho, de estudiarlo atentamente, ver antecedentes históricos y tal, he llegado a la conclusión de que lo mejor que pueden hacer nuestros dirigentes políticos es olvidarse de los mercados financieros, dejarlos a su bola, y centrarse en las empresas y familias, en la economía real. Y decirlo así.

Llevamos catorce meses, desde que estallaron las subprime, enganchados a la crisis financiera. Se ha inyectado liquidez, se ha comprado activo, tóxicos y no tóxicos, se ha comprado acciones de bancos, se ha dejado quebrar a alguna entidad, se han nacionalizado otras, se ha asegurado los depósitos, se ha bajado los tipos de interés…y nada. Las bolsas siguen cayendo, los bancos no se prestan entre sí ni prestan a sus clientes, todo el mundo quiere liquidez para guardarla por lo que puede ocurrir. Incluso aquellos cuya función social es precisamente no guardarla, sino prestarla.

Más allá de las reflexiones sobre los fallos del mercado y el debate renacido entre público y privado, creo que vivimos uno de esos períodos de histeria colectiva, de pánico. Y esas cosas no se curan con las armas normales de la economía. Si estamos ante lo que Keynes llamó la trampa de la liquidez, las políticas monetarias son inocuas porque todo el dinero que se inyecte al sistema, se atesora por miedo. Sólo las políticas presupuestarias con incidencia en la economía real nos podrán sacar de ésta. Por ello, ahí deben centrarse los líderes políticos de manera coordinada a nivel internacional.


Recuerdo cuando a principios de los años 90 del siglo pasado y antes, a finales de los 80, se puso de moda especular contra las monedas del sistema monetario europeo. Se cuenta que Soros se hizo multimillonario jugando contra la libra esterlina hasta que consiguió echarla del sistema. Fin del juego. Por eso, en el camino hacia el euro, la especulación, convertida en pulsos reiterados contra los bancos centrales y los gobiernos para ver hasta donde estaban dispuestos a llegar en defensa de sus monedas, acabó cuando esos mismos gobiernos decidieron ampliar las bandas de fluctuación, es decir, anunciaron a los mercados que ya no seguían jugando a ese juego, que se cambiaban las reglas, que hasta aquí habían llegado.

Algo así hace falta ahora, ya que vivimos un nuevo pulso de los mercados al Estado hasta ver cuál es el límite. En esa estrategia, se corre el riesgo de que nada de lo que se haga sea suficiente porque los mercados siguen empujando a ver si hay algo más. Cuando has hecho lo que debes, hay que decir “no va más”, alto y claro para frenar el berrinche.

Con matices, creo que los gobiernos han hecho en estos meses todo lo que podían. Ahora deben decirle a los mercados que no va más. Ni más dinero, ni más intervenciones, ni más compras ni más nada. Que, a partir de ahora, sólo interesa la economía real y a ella van a dedicar todos sus esfuerzos y todos sus apoyos financieros. Lo contrario es seguir engordando una histeria que nunca se detendrá, buscando qué es lo siguiente, dónde están los límites. Es la hora de marcarlos y decirlo.

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