Encrucijada política en Totana Juan Francisco Otálora, 03/09/2008
Hace ya diez meses que la Justicia intervino el Ayuntamiento de Totana, que el alcalde ingresó en prisión -donde permaneció dos meses- y que este pueblo se ha anquilosado y no reacciona ante la mayor crisis social, institucional y política de nuestra historia democrática. Durante estos diez meses de infierno, en Totana la convivencia se ha complicado mucho y se ha promovido el enfrentamiento y la búsqueda y persecución del incendiario. El propio alcalde lo dejó bien claro cuando salió de prisión: lo primero era apagar el fuego, después buscar al que lo había provocado. Y en eso se ha empeñado a fondo.
Desde que regresó de la cárcel, a finales del mes de enero, José Martínez Andreo ha hecho malabarismos con la información, desplegando cortinas de humo y acusaciones como estrategia de defensa. Incluso el propio diario La Verdad, en la persona de uno de sus periodistas, fue blanco de sus ataques. Ha pretendido dar la sensación de normalidad política, cuando ni el presidente Valcárcel, que lo puso, quiere salir en la foto con él. Ha perseguido a los grupos de la oposición haciéndoles un auténtico mobbing político que pasa por quitarles todos los recursos para su funcionamiento, soportar acusaciones falsas, recluirlos en el cuchitril más recóndito del sótano municipal y obstaculizar hasta lo increíble el acceso a la información, en línea con su ocultismo y falta de transparencia.
Andreo busca con desesperación una imagen de que la cosa va bien. Nada más lejos de la realidad: la degradación de las relaciones políticas es absolutamente deleznable, la precariedad de las arcas municipales es temible. El alcalde sólo ha consentido nuestro acceso a la información de la contabilidad municipal después de obligarle, con la convocatoria de la Comisión Especial de Cuentas, que se reunió a instancias de los grupos de la oposición. Y aun así ha intentado birlarnos información, dárnosla incompleta. ¿Por qué se afana en seguir privándonos de los datos sobre la situación real del ayuntamiento? ¿Aún tiene más cosas que ocultar?
Cada vez son menos los representantes de las entidades sociales que concurren a las convocatorias mediáticas de Andreo. Hace unas fechas los pequeños empresarios le dieron plantón: de varios centenares citados, sólo se presentaron trece incautos que, o eran incondicionales, o no sabían que estaban siendo pasto de la imagen bien orquestada del Gabinete de Prensa municipal. Últimamente, cada vez que van a entregar una subvención o cualquier ayuda, convocan a los medios de comunicación para dar la imagen de que aquí no pasa nada, de que hay liquidez y abonan los compromisos. Pues de nuevo mienten. Si no es así, ¿por qué se niegan a esa auditoría imparcial que reconozca la verdadera situación económica municipal y se organice de una vez por todas un plan de viabilidad de nuestro ayuntamiento? Que se lo expliquen a los proveedores que hace muchos meses que no cobran. Que se lo digan a las asociaciones y colectivos sociales, a los que se les ha rebajado la subvención e incluso se les ha anulado el convenio de colaboración.
La deuda municipal está por encima de los 70 millones de euros, muy de lejos de los 8 con los que se encontró Andreo cuando accedió al gobierno municipal en 2003. Y los vecinos se cuestionan en qué podemos haber gastado esos 10.000 millones de pesetas en que se ha incrementado la deuda, porque en Totana no vivimos mejor que antes. Todo lo contrario: se están restringiendo servicios públicos, se está privatizando un buen número de prestaciones municipales, se han desatado de forma voraz los mecanismos de recaudación vía sanciones. Y es que el cajón está vacío.
Mientras tanto, los sufridos vecinos soportan absolutamente indignados, pero también completamente paralizados, que la crisis económica se cebe especialmente en Totana: nuestro incremento del paro en un 60 por ciento en los últimos diez meses, la huida de la inversión en un pueblo sin estabilidad política, sin transparencia, sin credibilidad. Estamos perdiendo el tren del progreso, del desarrollo y de la modernidad. Y lo peor de todo es que eso es responsabilidad de unos cuantos que saben que lo tienen todo perdido, que están decididos a arrastrar a todos los que puedan en su hundimiento. ¿Es esa su defensa y su aprecio de Totana? ¿Así se interesan por el crecimiento y el futuro de nuestro pueblo?
Objetivamente son 4.700 euros diarios los intereses que pagamos cada día por la deuda. Son casi 600 personas las que trabajan para el ayuntamiento, con sus correspondientes fidelidades políticas. ¿Es esto viable? ¿Es sostenible? ¿Cómo puede el PP seguir manteniendo a semejante alcalde? ¿Cómo es posible que continúe prestando su apoyo a unos políticos imputados penalmente por delitos gravísimos?
La situación es de verdad muy compleja. Es muy duro ser político en Totana, pero en ningún caso voy a ser complaciente, ni adulador, ni servil. Porque es responsabilidad mía y de la gente honrada en política, que los vecinos se convenzan de que uno no se presenta a las elecciones para medrar, y que todos los políticos, evidentemente, no somos iguales.
Juan Francisco Otálora es portavoz del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Totana.
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