jueves, 26 de febrero de 2009

¿Correr, hacia adónde?

El post que viene a continuación, viene motivado tras leer y hacerle un comentario al último post de http://lasombradeaznar.blogspot.com/ :
SIN CRISPACIÓN NO SE "DERROCAN" GOBIERNOS, ¿QUEDA CLARO? Fran, como siempre, certero y contundente.

Y es que una vez más, me surge una pregunta recurrente: ¿Cómo conseguir sumar eficientemente los esfuerzos de compromiso real para lograr el Cambio añorado?

A veces, con lo solidarios que somos para algunas cosas, en la izquierda pecamos de individualistas y poco estrategas. En suma, de ineficaces. En la derecha, el pegamento de las alianzas es de cemento, -y nunca mejor dicho-. Lo que viene a continuación no es la contestación a la pregunta anterior, -qué más quisiera-. Es sólo un comentario hecho "de prisa y corriendo" al mencionado post.


... Tienes razón, amigo. Si queremos cambiar esta dulce pesadilla, hay que crispar. En el buen sentido, claro. En el estratégco: hay que movilizar. Pero, además, para crispar hay que trabajar estratégicamente. Y esto supone, no sólo esforzarse –que ya estaría bien-, sino trabajar de forma organizada, colaborativa y planificada, y –como tú muy bien dices- por objetivos. Pero, en Política la colaboración se suele dar mucho más para joder que para juntar.

Tienes razón, en lo de patearse los lugares, pedanías, barrios, localidades, agrupaciones,... Pero, además, no sólo consiste en acudir cual santo esperando el besapié, y siendo recibido con palmas y olivos. Hay que currarse a la gente, primero para que la gente acuda. Y cuando acude, no soltarle discursillos-somníferos, sino organizar las reuniones fomentando la participación. ¿Participa… qué?

Luego, la gente se harta, y aprende. ¿Sabes qué pasa? Que de forma mayoritaria pasa de ir a las reuniones, asambleas,... porque ya saben cómo son. La gente espera que le vibren las venas, además de que le escuchen y le den ilusiones y esperanzas,… Pero también, tareas para hacer, y vender el producto/proyecto, o para discutir en el bar, en el trabajo,… Argumentos y convicciones. Certezas y munición. Ánimos y objetivos concretos. La gente, si le convences, quiere acción. Claro que quiere acción. Pero, la acción produce preguntas. Y las preguntas confusión, y nuevas posibilidades, y alternativas, y nueva gente con ganas,… y, movimientos del sillón. Ay, amigo, ¿quién quiere que le muevan el sillón?

La cosa está más jodida aún. Sobre todo, cuando van a esas reuniones, o a los medios de comunicación, las mismas personas que han demostrado su ineficacia, o simplemente, su desafecto con el electorado. Hay gente que se cree imprescindible, otra que es muy útil a determinados muñidores en la sombra, otra que simplemente está muy a gusto y por nada del mundo se irá por las buenas (aunque sólo sea dar dos pasos más atrás), otros que quieren pero no les dejan, otros que les dejan pero no quieren, o saben, y otros que simplemente son ladeados o se ladean. (Lo de estorbar según para qué, es muy duro o cojonudo). Otros muchos, siguen esperando los frutos que no llegan de los que deben llevar las riendas. Aunque,…

El cambio, es complejo, pero hay que desearlo. A veces, el cambio empieza simplemente con un paso atrás, de verdad. Pero, ¿de quién depende? ¿De los que llevan años y años, adaptándose a las circunstancias para sobrevivir, o para no volver a sus puestos de trabajo? También los hay que disfrutan del poder del muñidor, que disfruta mostrando sus votos cautivos –como Fabra, pero a otro tamaño-. Otros que,… En fin,… con lo a gustito que se está,… vamos quita.

Los reinos de taifas, se dan tanto si se está en el gobierno como en la oposición. La comodidad es incompatible con el cambio –real-. Pero, sí con el cambio útil,… -para quién?- Además, la comodidad es perfectamente compatible con cualquier edad,… Así nos va.
Un abrazo.

1 comentario:

Fet dijo...

No acabo de estar del todo de acuerdo. De hecho considero que la crispación (entendida como tal, lo que tú reflejas es movilización y conciencia, bastante alejados del término que da origen al post)moviliza al adversario político y desmotiva, por hartazgo, al propio. En el caso de la derecha, creo que ganaría mucho más presentándose como dócil y colaboradora, en suma, no apareciendo como una amenaza capaz de todo por alcanzar el poder.
Aunque sí es cierto que en muchos momentos habría que abandonar la tarima de la corrección y bajar a fajarse al barro. Siempre con la verdad por delante, eso sí.